REMEMBER: Tercera entrega (Capítulos 6 y 7)., de Carlota Torres Colodrón
CAPÍTULO 6
Celia
Me
despedí de mi madre con un fuerte abrazo y le revolví el pelo a mi hermana.
Ella para vengarse se puso de puntillas y me incrustó un beso baboso en la
mejilla derecha.
- ¡Uggg! ...
¡Qué asco! - dije poniendo una mueca.
- Jajaja,
te he llenado de babas, jajaja- me respondió, riendo y saltando.
- Esto no
va a quedar así, sabes que me vengaré.
- Pero yo
tengo ya 8 años, ya puedo defenderme sola - me dijo y me sacó la lengua.
- Anda
Paula, vayamos y dejemos a tu hermana descansar, que lleva casi toda la tarde
ya contigo - dijo mi madre cogiendo la mano de mi hermana. - ¡Adiós, cariño!
Vendré a verte la semana que viene. ¡Cuídate, anda!
Me
levanté de mi cama y salí de mi habitación. Empecé a andar, sin una dirección
fija, tan solo para saludar a la gente, para estirar las piernas. Por alguna
extraña razón, la visita de mi hermana y mi madre me había cambiado el ánimo
notablemente. No sé cómo, acabé rumbo a la habitación de Kyle. Había salido
para estar sola, por esa razón no había ido a buscar a Manu. Pero, no sé por
qué, algo me decía que debía ir en busca del chico de ojos verdes. El motivo
por el que fui, la razón que guio mis pasos, podría llamarla de muchas maneras,
destino, subconsciente... Lo que no varía fue lo que aconteció después. Cuando
ya había llegado al pasillo de su habitación, una chica de cabellos rubios
salió corriendo de ella. Iba tan apresurada que sin darse cuenta chocó contra
mí, y las dos acabamos en el suelo.
-Lo
siento mucho - se disculpó avergonzada.
-No pasa
nada... - y mientras le decía eso pude ver que tenía su rostro inundado por las
lágrimas. - ¿Estás bien?
-Sí,
sí... No importa. - me dijo, pero su rostro contradecía sus palabras.
No sé qué
me llevó a tenderle mi mano, no sé por qué la invité a contarme lo sucedido,
frente a las máquinas expendedoras de refrescos de la planta baja del hospital.
Quizás fue mi instinto, el querer ayudar a alguien que se veía débil, quizás
fue el universo que quería juntar nuestros caminos, quién sabe, quizás solo
pasó, sin ninguna explicación, quizás solo la ayudaba por entretenerme con
algo, es de esas cosas que por más que busques una única razón, encontrarás un
amplio abanico de ellas.
-Muy
bien, ahora que te has tranquilizado, ¿quieres hablar de lo que te ha sucedido?
Te he visto salir de la habitación de mi amigo Kyle. ¿Te ha hecho algo?
Y en vez
de responderme, fueron las cascadas que volvieron a brotar de sus ojos las que
me lo afirmaron. Y entonces, un fugaz pensamiento pasó por mi mente, el
recuerdo de Kyle hablando de la chica que amaba. Hablando de su cabellera
dorada y sus ojos brillantes y azules. Estudié el rostro de la chica que
sollozaba frente a mí y no tuve duda alguna, debía ser ella. Y como si hubiera
leído mis pensamientos me contestó:
-Sí, pero
no es él quien ha roto el corazón de alguien; soy yo a la que en un pasado le
juró eterno amor y yo rompí mis promesas, besando los labios de otro chico. Un
beso prohibido que se llevó todos sus sueños y esperanzas de una vida junto a
mí. Un beso que puso punto y final a la vida que conocía.
Tardé
varios segundos en comprender sus palabras, en procesar su confesión. Y lo
hice, pero en ningún momento la juzgué, pues la comprendía y, además, se veía
que había pagado el precio por su infidelidad. No hay peor castigo que nuestros
propios remordimientos, nuestros oscuros pensamientos. Aquella chica se había
enamorado de otra persona, y eso es algo de lo que no se la puede culpar. Nadie
decide a quién pertenece su corazón, nadie es el autor de su historia
impregnada de emociones. Era cierto que no había tenido el valor de confesar sus
verdaderos sentimientos, pero ¿acaso ella tenía la culpa de no querer romper un
corazón? Es más, ¿habría tomado yo la decisión correcta en su situación? Y es
que a veces, hasta la solución más obvia se nos escapa, preferimos complicarnos
en exceso. Por ejemplo, siempre hemos complicado el amor, este sentimiento es
algo tan simple como alguien que quiere a otro alguien y viceversa. ¿Por qué
tiene que haber terceras personas? ¿Por qué debe haber posesión? ¿Celos? Ojalá
fuera tan sencillo como amar y ser amado, ¡ojalá todos pudiéramos encontrar al
amor de nuestra vida y que este durase como poco, un para siempre.
-Respira
profundamente - la aconsejé para que se calmara.
-No,
yo...Debo salir de aquí... Dile a Kyle que realmente espero que algún día acabe
recordando y pueda finalmente perdonarme... Debo irme. -me dijo agobiada.
Realmente me daba lástima.
-Antes de
que te vayas, ¿me podrías decir tu nombre? - y es que, aunque me hubiera
abierto su alma y me hubiera confesado aquello que más perturbaba su corazón,
aún no podía llamarla de ninguna manera, no sabía quién era.
Rápidamente,
en un susurro, el viento me trajo a la oreja las letras de su nombre. Se
posaron en mi oído y ella se fue, sin dejar rastro, como si tan solo fuera un
recuerdo que se había desvanecido. Enseguida me sentí incómoda en aquel lugar,
donde hacía un par de minutos había estado ella llorando en mi hombro y
contándome sus penurias. Me fui de allí, y no sabía qué rumbo tomar, ¿iba a ver
a Manu para contarle lo sucedido? ¿O sería mejor ver a Kyle? Finalmente,
decidí tomarme un rato sola, me dirigí a mi habitación. Al llegar allí, me
deshice del vestido morado que me había puesto para recibir a mi madre y vestí
mi cuerpo desnudo con un pijama de unicornios que me habían regalado por reyes
el invierno pasado. De entre todos mis pijamas, aquel era sin duda alguna mi
favorito. No solo por aquellos animales mitológicos que adornaban su algodón,
sino porque era calentito y acogedor. Junto con las sábanas me había protegido
las noches heladas de invierno y las noches de verano en las que el frío era
causado por mis propios pensamientos. Era suave al tacto, así que siempre lo
acariciaba, como si fuera un pequeño gatito, hasta caer rendida, hasta dejar
que los sueños tomaran la posesión de mi cuerpo. Yo siempre he pensado que los sueños
nos muestran nuestros mayores deseos, nos muestran situaciones alternativas a
nuestras vidas, nos ayudan a tener un instante de paz antes de empezar un nuevo
día. Una vez leí un libro llamado "Todo lo que podríamos haber sido tú y
yo si no fuéramos tú y yo". Fue un libro que me enganchó en sus páginas,
realmente me enamoré de él, pero había una cosa que me llamó la atención, la
gente pagaba grandes cantidades de dinero a cambio de una inyección que les
librase de la carga de necesitar dormir, eso realmente causó un debate en mi
cabeza y me pregunté a mí misma, ¿yo compraría esa inyección si tuviera la
oportunidad de hacerlo? Pasé varias noches en las que no pensaba en otra cosa
porque, por un lado, librarse del peso de tener que dormir cada noche, poder
contemplar las grandes maravillas nocturnas y pasarte noches enteras contando
las estrellas que adornan el oscuro cielo, ya no tener que limpiarte las
legañas nunca más. Pero, por otro lado tampoco, ¿vivir un día eterno? Pues
estoy segura de una cosa, perderías la noción de tiempo, atrapado en un día
eterno, que jamás empieza y jamás termina. Entonces, oí unos golpes tras la
puerta.
- ¡Celia,
soy Kyle! ¿Estás despierta? - gritó una voz desde el otro lado de la
puerta.
En vez de
contestar me limité a levantarme de la cama y abrirle la puerta de mi
habitación.
- Pasa -
le dije. Sé que puede sonar algo seco, pero en esos momentos lo que menos me
apetecía era hablar con nadie, y mucho menos con él. Aunque no fuera el
culpable realmente de la historia que me había contado la chica de cabellos
rubios, no podía evitar echarle en cara el llanto que había presenciado horas
antes. Aún notaba mis hombros humedecidos por sus lágrimas y oía su acelerado corazón
palpitando con fuerza.
Kyle
entró y me miró, nos sentamos en la cama como él propuso y así poder hablar
tranquilamente.
- Antes
de que digas nada, sé lo que ha pasado - le solté antes de que pudiera
articular palabra. - Me la encontré llorando en el pasillo y hablamos un
rato.
-Lo sé -
dijo y eso me sorprendió. - He estado hablando con ella por WhatsApp, me ha
pedido que te diera las gracias. A eso vengo, a eso y a pedirte un favor,
quiero que me cuentes lo que te ha dicho.
- ¿Por
qué iba a hacer eso?
- Porque
somos amigos y necesito recordar. Estoy convencido de que algo de lo que te
dijo me ayudará a llenar la laguna que tengo en la cabeza sobre aquel turbio
día.
- Okay -
le dije al fin.
- Vale,
empecemos por el principio, ¿te ha dicho su nombre?
-Sí - y
casi en un susurro le dije el nombre de la chica que tanto amaba - Su nombre
es... May.
CAPÍTULO 7
Kyle
-Su
nombre es May - me confesó Celia.
May... Tres
letras, tan solo tres letras, que al juntarlas causaban en mí todo un universo
de emociones. Sentí como si el mundo empezara a dar vueltas a una velocidad de
vértigo, como mi estómago empezara a revolverse y como si millones de recuerdos
cruzaran mi mente. Me tumbé en la cama, cerré los ojos y... Oscuridad.
Estaba yo
rodeado de cientos de kilómetros de oscuridad, de vacío. Pero entonces, una luz
me cegó, no sabía de dónde provenía, pero cuando cesó, vi que el escenario en
el que me encontraba había cambiado. Me encontraba en un parque, con olor a
hierba fresca, ese olor característico que a todos nos gusta tras la lluvia.
Los árboles habían perdido sus hojas, y el aire era helado. Giré sobre mí,
buscando el motivo que me había llevado hasta allí. Y entonces lo vi, May se
acercaba hacia mí corriendo con una enorme sonrisa en el rostro y los brazos
estirados dispuestos a envolverme en un cálido abrazo. Yo no pude reprimir la
sonrisa y estiré los brazos también, para recibirla con cariño y dejar que
nuestros cuerpos se fundiesen en aquel acto de amor. Pero, pasó algo; su rumbo
cambió; no era a mí a quien dirigía el abrazo, sino que se abalanzó sobre un
muchacho de cabello marrón recogido en una coleta y con cuerpo atlético. Le
envolvió en sus brazos, y luego, el ambiente se caldeó y empezaron a regalarse
besos y caricias. Yo quería gritar, preguntar quién era aquél y pedir
explicaciones sobre lo que estaba sucediendo, pero de mi voz no salía ni una
palabra. Quise correr hacia ellos e interrumpir su momento, pero no podía
moverme, ¿por qué narices ocurría eso? Y entonces lo entendí, solo hizo falta
ver como la chica levantaba la cabeza y miraba con horror en mi dirección. Giré
la cabeza para ver qué había tras de mí, qué era lo que tanto horror causaba a
la muchacha, y entonces me vi a mí, a un pasado yo. Mi pelo estaba alborotado
como de costumbre, pero no tenía cicatrices ni heridas. Vestía unos vaqueros
negros y una camiseta de BMTH. Los ojos se me veían realmente verdes y
brillantes, quizás fuera por el efecto que causaban las lágrimas que se habían
acumulado ahí y ahora salían, mi expresión era un auténtico gesto de dolor.
Entonces, entendí todo, me encontraba encerrado en un recuerdo, reviviendo
aquel momento clave, que sería uno de los que habían causado mi muerte.
- Kyle,
déjame explicártelo- dijo May en un sollozo.
- Creo
que está todo muy claro - chilló mi antiguo yo y salió corriendo tratando de
ocultar las lágrimas que ya no podía detener por más tiempo. Cerré los ojos y
al abrirlos me encontraba de nuevo en la habitación de Celia.
- Kyle,
¿se puede saber por qué no me contestabas ni has sido capaz siquiera de abrir
los ojos hasta ahora? - me dijo con un tono de preocupación y enfado.
Yo no le
contesté, simplemente hice lo que más necesitaba en esos momentos, llorar. No
tuve vergüenza, tan solo quería descargarme, y empecé a dejar que el agua
saliera de mis ojos y que mi cuerpo se sacudiera con algún que otro temblor.
Celia se quedó petrificada a mi lado, mirándome, sin saber qué hacer o decir;
este llanto al parecer no entraba en sus planes. Finalmente, optó por
envolverme con sus cálidos brazos y ofrecerme su hombro para llorar. Y yo,
agradecido, lo acepté, apoyé mi cabeza en su hombro y lloré. Perdí la noción
del tiempo, así que no sabría bien cuánto tiempo estuvimos ahí, abrazados, sin
hablar, porque hay momentos como este en los que las palabras sobran. Cuando al
fin los grifos de mis ojos se secaron, me separé de Celia y me senté recto en
la cama.
- Kyle...
- Dijo ella en un susurro - ¿Qué ocurre?
- Ella...
Lo he recordado.
- ¿Qué
has recordado?
- Que
ella fue una de las razones por las que intenté suicidarme.
- Cuéntame
la historia, Kyle, hagamos juntos este rompecabezas - me dijo ella convencida,
yo pensaba que se asustaría al escuchar mis palabras, pero no, ella seguía allí
firme, sin inmutarse.
-Le pedí
salir un 20 de junio, yo estaba completamente enamorado de ella. No recuerdo
cuántas horas pude pasar frente al espejo, pensando qué decirle para que
accediera a ir al cine conmigo. Finalmente, me armé de valor y aquel último día
de clase le pedí salir. Sorprendentemente, aceptó. A los tres días, fuimos a
ver la película que ella eligió, donde ella eligió y después cenamos lo que
ella eligió. A mí no me importaba que fuese ella quien decidiera todo;
compartir esos momentos en su compañía para mí era suficiente. Ese mismo día le
pedí ser mi novia, y su respuesta fue un dulce beso, mi primer beso. Pasamos
casi todo el verano juntos; en septiembre tuvimos nuestras crisis, y
conseguimos superarlas. Pero lo bueno siempre acaba, y así ocurrió esta vez:
fui a buscarla al parque para darle una sorpresa, ese día hacíamos ya cinco meses,
pero al llegar vi la imagen más horrible que podía haber visto, se estaba
besando con otro chico. Yo no sabía qué estaba ocurriendo, me pellizqué
esperando que solo fuera una pesadilla, pero no desperté. May me vio y trató de
explicármelo, pero yo salí corriendo de ahí, pues, aunque quería conservar mi
orgullo y si me veía llorar perdería toda mi dignidad. Esa misma tarde, traté de
poner punto final a mi vida.
- Kyle...
Yo… yo, no tenía ni idea, lo siento, ¿estás bien? - me dijo Celia con una voz
tristona pero cálida.
-Sí, no
importa, aunque estoy seguro de una cosa, y es que ella no tiene toda la culpa
de que me tirara, estoy seguro de que hubo más razones.
-Kyle, te
prometo que te ayudaré a encontrarlas. Prometo ayudarte a descubrir tu pasado.
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