EFEMÉRIDES: Un libro de Julio Verne y un Nobel misterioso, por Luis Antonio Novella


 


Febrero, un mes tomado a menos, no tanto por su cortedad sino más por la sensación que se tiene de él de algo así como de puente, como de tiempo transitorio, frío, anodino, a la espera de algo mejor… sin embargo, Febrero es como cualquier otro mes del año, un periodo donde, en el transcurso de la historia, ocurrieron cosas, unas importantes y otras no tanto, pero en el cual no se detuvo jamás el tiempo, por lo que, así mismo, durante sus escasos días nacieron o murieron personas, aparecieron o se perdieron obras, sucedieron acontecimientos… por ejemplo, en el día 21 se celebra el bicentenario del nacimiento de José Zorrilla, cuyo artículo conmemorativo podéis leer en esta propia revista (JoséZorrilla cumple doscientos años), y José Luis Sampedro lo hizo el día 1, pero tan solo hace un siglo (JoséLuis Sampedro, el economista solidario cumple cien años), sin embargo la nómina de nacimientos es muy grande: Alonso Zamora Vicente, Giacomo Casanova, James Joyce, Joaquín Dicenta, Gertrude Stain, Ramón J. Sender, Paul Auster, Soledad Puértolas… y un largo etcétera de grandes autores nacidos en este mes de febrero que no haremos extensivo para no cansar a nuestros lectores.

Y claro, el autor protagonista de nuestro juego también nació en este mes, aunque hemos pensado cambiar un poco la dinámica y, en vez de hacer preguntas sobre el personaje, las haremos sobre una de sus obras con el fin de que conozcamos algo más de su trabajo. ¿Os parece bien?



El autor de este mes es: Jules Gabriel Verne, más conocido como JULIO VERNE, nacido en Nantes el 8 de febrero de 1828 y que destacó en los géneros de Ciencia Ficción y Aventuras. Estudio Filosofía y retórica y, siguiendo los deseos de su padre, se licenció en Derecho, aunque nunca llegaría a ejercer. Cuando su progenitor le retiro la financiación, se gastó todos sus ahorros en libros y se pasaba muchas horas en las bibliotecas, estudiando geología, astronomía e ingeniería, conocimientos con los que documentaría sus aventuras, en las que predijo muchos de los inventos del siglo XX, como los cohetes espaciales, submarinos, helicópteros, imágenes en movimiento, y donde describía paisajes y territorios que nunca visitó ni conoció. Fue considerado el precursor de la Ciencia Ficción y es el según autor más traducido del mundo después de Agatha Christi. Falleció en Amines en 1905.

El libro que hemos escogido para el juego, se publicó por primera vez, por entregas, en una revista desde el 20-12-1865 y el 5-12-1867 y posteriormente en tres volúmenes, el día en que cumplo años, pero de 1868.

La historia trata de encontrar a un capitán que ha naufragado en los mares australes y se encuentra prisionero de unos indios, según parece deducirse de un confuso mensaje encerrado en una botella hallada en el vientre de un gran pez…

 


a.     ¿Qué pez era?

b.     ¿En qué idiomas estaba escrito el mensaje?

c.      ¿Cuál el nombre del Bergantín que naufraga?

d.     ¿Cómo se llama el barco en el que se busca al capitán?

e.      ¿Cómo se llama el dueño del barco en el que transcurre la aventura? ¿y su esposa?

f.       El capitán tiene unos hijos que también participan en la aventura, ¿Cuáles son sus nombres?

g.     Hay otro personaje que aparece de casualidad en la aventura y que es fundamental en la resolución de la misma. ¿Quién es?

h.     Una de las islas que exploran en el océano Indico, tiene el mismo nombre que una capital europea ¿Cuál?

i.       ¿En qué isla es encontrado el capitán?

j.       ¿En qué revista se publicó por primera vez?

k.      ¿En qué día cumplo años?

l.       ¿Cómo se llama el Capitán?

m.   ¿Cuál es el título de este libro?

 


Bueno, no parece difícil para comenzar… ¿seréis capaces de responder todas las preguntas?...

Antes de pasar a la segunda parte quiero haceros una puntualización. Algunos de nuestros lectores nos estáis enviando las respuestas, lo cual nos parece estupendo, pero, como comprenderéis, no podemos publicarlas porque de esa manera descubriríamos el misterio y el juego perdería interés. Nosotros os lo agradecemos y animamos a que sigáis enviándolas y, si nos enviáis vuestra dirección de correo, prometemos responderos. Gracias y ánimo…

 


¿QUIÉN ES ESTE PREMIO NOBEL?

 

Nuestro Premio Nobel del mes nació en febrero y murió en enero, casi justo un mes antes de cumplir sesenta y seis años.

         Era hijo de un médico rural y su madre murió cuando él era todavía un niño de apenas seis años.

         Con tan solo trece años se escapó de casa para enrolarse como tambor en el ejército y participar en una de las muchas guerras que su país ha llevado a cabo durante su historia.

         Su primera novela de éxito relata la vida de una pequeña ciudad, con una ironía bastante despiadada y donde refleja todos los vicios y limitaciones de la sociedad de su tiempo.

         En su siguiente libro, también cargado de un tono satírico, cuenta la historia de un hombre de negocios.

         Tres años más tarde, y cinco antes de concederle en Nobel, le fue concedido el premio Pulitzer por otra de sus novelas, pero él lo rechazó. Está obra fue llevada al cine por John Ford.

         Contrajo matrimonio dos veces y las dos se divorció. Tuvo dos hijos y uno de ellos murió durante la Segunda Guerra Mundial.

         En total escribió 23 novelas.

         Murió a causa de su afición al alcohol.

         Seguidamente, os ofrecemos un fragmento de una de sus principales obras:

 


 “No tenía nada de gigante el hombre que empezaba a despertarse en la galería de una casa de estilo colonial holandés, situada en aquel elegante barrio de Zenith, conocido por Floral Heights. Se llamaba George F. B. Tenía cuarenta y seis años en aquel mes de abril de 1920, y no hacía nada de particular, ni mantequilla ni zapatos ni poesía; pero era un águila para vender casas a un precio mayor del que la gente podía pagar. Su cabeza era grande y rosácea, su pelo fino y seco. Tenía cara de niño dormido, a pesar de las arrugas y de los rojos surcos de sus lentes a ambos lados de la nariz. No era gordo, pero estaba excesivamente bien alimentado; sus mejillas parecían rellenas de algodón, y la tersa mano que yacía abandonada sobre la manta caqui era un tanto gordezuela. Se veía en él al hombre próspero, muy casado y nada romántico. Nada romántico, como la galería donde dormía al aire libre, una galería con vistas a un olmo de buen tamaño, a dos respetables cuadrados de césped, a un camino de cemento y a un garaje de metal acanalado. No obstante, B. soñaba otra vez con el hada, un sueño más romántico que una pagoda escarlata junto a un mar plateado. Durante años y años el hada había acudido a visitarle. Donde los otros no veían más que a Georgie B., ella descubría al joven galán. Le esperaba en la oscuridad de misteriosas arboledas. Cuando al fin logró escabullirse de la casa atestada de gente, B. voló a ella como una flecha. Su mujer, sus bulliciosos amigos, trataron de seguirle; pero él se escapó, la muchacha corrió a su lado, se acurrucaron juntos en la umbrosa ladera de una colina. ¡Era tan esbelta, tan blanca, tan apasionada! Le llamaba valiente; le decía que esperaría por él, que se embarcarían juntos… Fragor y estrépito del camión de la leche. B. gruñó, dio una vuelta, trató de reanudar su sueño. Ya sólo podía ver su cara, más allá de las aguas brumosas. El portero cerró de golpe la puerta del sótano. Un perro ladró en el patio contiguo. En el preciso momento en que B. iba a empalmar el sueño, el repartidor de periódicos pasó silbando, y el Advocate sonó contra la puerta de la calle. B., con el estómago contraído por la alarma, se incorporó. Apenas se tranquilizó fue traspasado por el familiar e irritante chirrido de un Ford que alguien trataba de poner en marcha: ra-ra-ra-ra-ra-ra. Devoto automovilista, él mismo, B. daba vueltas a la manivela con el invisible conductor; con él esperaba impaciente el bramido del arranque; con él agonizaba cuando cesaba el bramido y empezaba de nuevo a fallar el motor con aquel infernal ra-ra-ra, sonido seco de mañana fría, sonido irritante del que no era posible escapar. Sólo cuando el zumbido acelerado del motor le hizo comprender que el Ford estaba en marcha pudo librarse de la tensión nerviosa que le angustiaba. Echó una mirada a su árbol favorito, el olmo cuyas ramas se destacaban contra la pátina dorada del cielo, y trató de reanudar el sueño, con el ansia de quien busca una droga. Él, que de muchacho tuvo gran fe en la vida, no se interesaba ya por las posibles e improbables aventuras de cada nuevo día. Escapó de la realidad hasta que el despertador sonó, a las siete y veinte.”

 

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