Centenarios: José María Gironella, el escritor que vivió de la literatura, por Ancrugon


El 31 de diciembre se cumplirán cien años del nacimiento de José María Gironella, un hombre dedicado por entero a la literatura y cuya trilogía sobre la Guerra Civil española, donde no pudo ser objetivo, “porque se escribe desde la perspectiva de uno”, pero sí imparcial según sus palabras, le hicieron famoso a nivel internacional.

José María Gironella

Me hice rico, pero rico de verdad (…) Me construí una casa en el Maresme con piscina y todos los lujos, hice muchos viajes…” Que estas palabras salgan de la boca de un escritor es algo casi inaudito, pero quien las dijo a un medio periodístico hace años no estaba pegándose un farol, pues José María Gironella tuvo un tiempo de gloria que le encumbró en lo más alto de la literatura nacional de su momento y su memoria todavía sigue pululando por esas cumbres en la actualidad, a pesar del olvido en que fue precipitado durante los últimos años de su vida.

Nacido en una pequeña población del Alto Ampurdán gerundense, Darnius, de donde también procede la estirpe de los Pujol, llegó al mundo en el seno de una familia modesta y, desde pequeño, tuvo que ganarse la vida desempeñando diversos oficios tan dispares como obrero de una fábrica, dependiente de droguería o empleado de banca, por lo que sus relaciones sociales fueron igual de heterogéneas, relacionándose tanto con la clase trabajadora como con los señores de su comarca, lo cual sería una buena experiencia para ir conociendo el mundo que le rodeaba, así como su devoción por el escritor italiano Giovanni Papini, y sobre todo por su obra Historia de Cristo, le formaría como ferviente católico.

Los cipreses creen en Dios

Al declararse la guerra civil huyó de su hogar para enrolarse en las tropas sublevadas de Franco, concretamente en la organización paramilitar carlista del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, participando activamente en el frente desde donde enviaba semanalmente un artículo a la revista Domingo y de cuya experiencia sacó la inspiración para la tetralogía que escribiría posteriormente.

En 1944 abrió una librería de segunda mano con la que fue tirando hasta que dos años más tarde, el mismo en que publico su primer libro de poemas, Ha llegado el invierno y tú no estás aquí, se casó con la mujer que él denominaba como “el único amigo íntimo de mi vida”, Magdalena Castañer, a quien únicamente había podido regalar el libro titulado Nada, de Carmen Laforet, que había sido galardonado con el primer Premio Nadal, pero le prometió entregarle el Nadal de verdad, algo que consiguió al año siguiente con su primera novela Un hombre, aunque no fue un éxito en ventas, pero le dio para cerrar el negocio y dedicarse a la escritura.

Un millón de muertos

Escribió hasta ese momento dos libros, el anteriormente mencionado, Un hombre, y La marea, que lo publicó en Revista de Occidente, lo que le permitió la ocasión de conocer a Ortega y Gasset, quien le recomendó viajar mucho, pues decía que los españoles viajaban poco. No tuvo nada de éxito, ya que del primero vendió, a pesar de ser premio Nadal, unos 800 ejemplares, y del segundo, no pasó de 1.000, por lo que pensó que algo fallaba y así, en el año 49 le hizo caso a Ortega y se marchó con su mujer a París en busca de preparación y experiencias que le hicieran madurar y donde comenzó a germinar su gran éxito mientras su mujer tenía que trabajar para mantener la familia. Al poco tiempo apareció el primer tomo de la trilogía sobre la guerra civil, Los cipreses creen en Dios, editada en una gran cantidad de países menos en España, a causa de la censura y del rechazo de las editoriales, hasta que un tiempo después se lo permitieron y Lara, el fundador de Planeta, creyó en él, aunque sería más correcto decir que el descubrimiento lo hizo su esposa, María Teresa Bosch, quien fue la que se leyó la novela y convenció a su marido para que lo publicara, e incluso le concedieron el Premio Nacional de Literatura, en 1955, por este trabajo: “A José Manuel Lara me lo encontré en Madrid, en un hotel donde estaba con su mujer. Me dirigí a ella porque es ampurdanesa como yo. Entonces, Lara tenía tres empleados y muchas deudas. Les expliqué el tema del libro. Les interesó. La mujer comenzó a leerlo aquella misma noche y a las dos de la mañana dijo: «Pepe, me parece que con este libro saldaremos las deudas». Firmamos el contrato. No era mucho dinero. Pero para mí fue importante.” Esto ocurría en 1953, ocho años más tarde publicó la segunda entrega, Un millón de muertos, y cinco más tarde, la que, en un principio, cerraba la serie, Ha estallado la paz, pero debido al increíble éxito obtenido por todas ellas, decidió convertir la trilogía en tetralogía añadiendo un cuarto título, Los hombres lloran solos, aparecido en 1966.

Ha estallado la paz

Los tres primeros títulos fueron superventas durante varios años llegándose a vender millones de ejemplares en todo el mundo, lo que le permitió vivir de la literatura. Comenzó a viajar y de sus vivencias aparecieron otros libros como En Asia se vive bajo las estrellas o El escándalo de Tierra Santa, así como de sus lances espirituales, que le llevarían a sufrir una grave crisis personal con un intento de suicidio, surgieron Cien españoles y Dios o Los fantasmas de mi cerebro. En 1971 ganó el Premio Planeta con Condenados a vivir, y en 1988 el Premio Ateneo de Sevilla con La duda inquietante.

De su creatividad surgieron muchos más libros de pensamiento, viajes, poesía o novelas, pero los mencionados anteriormente bastaron para auparle a lo más alto de la literatura nacional.  José María Gironella Pous falleció en Arenys de Mar, Barcelona, el 3 de enero del 2003.

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