CONVERSACIONES CON MI GATO: Revolera, de David de Molay
VEINTIUNO DE SEPTIEMBRE
Caballos marrones con crespones de ocre y hojas marchitas, en cortejo de
pompa, por el cielo se alejan hacia donde entierran a las estaciones que
mueren, llevando yaciente al cálido verano: muerto de calor.
Con el rigor y puntualidad del fiel mayordomo, el veintiuno de
septiembre, citando al otoño en el requiebro, loca la brisa corre la voz por la
campiña, galopa la trilla en las eras, retornan las golondrinas buscando nidos
de amor, los besos saben a jedrea, a manzanas de original pecado, a heno recién
cortado, a lavanda, a olivas amargas: es veintiuno de septiembre.
El otoño suscita a la contemplación y la lágrima fácil viene, la
nostalgia permanece, no hay estación que se la lleve, ni meteoro que pueda con
los escarceos amorosos del verano, ni siquiera el veintiuno de septiembre.
Cuando el tiempo cumpla su promesa y su cometido, caballos grises con
crespones de plata y estrellas de nieve, en cortejo de pompa vendrán a la cita,
otro veintiuno de diciembre.
ENTRE AMOR Y DESAMOR
Con la nostalgia apegada a mi alma, como se agarra la hoja a la rama,
veo como el tiempo nos acerca y nos aleja cargado de controversias, los minutos
nos acercan a las horas, y el día se disolvió entre porciones de amargura y
dosis de pura sin razón.
Mientras dejo perder por la esquina, por donde doblan esas cosas con
olor a mentira, antes de que me embriague el agridulce perfume de lo que no
tiene explicación.
Un día sucede a otro, como las olas del mar de la monotonía hasta la
impávida orilla de la desilusión, como un anacoreta mi alma se recoge en
meditación, dejando a mi espíritu que delibere y entre razones con Dios, por su
Él me puede explicar por qué el amor es nostalgia, controversia, amargura, sin
razón, mentira, sin explicación, monotonía, desilusión… entonces ¿qué será el
desamor?
HOY
Hoy me he dado cuenta de que oscurece más pronto y entonces lo he visto
cara a cara, allí estaba: el otoño, con su cara rara, revoltoso como siempre,
como si apenas quisiera saber nada, en verdad, es que sentí el primer
escalofrío otoñal.
Del verano apenas queda ya nada, solo su nostalgia y sobre la arena de
la playa varias conchas a la deriva, y alguna ola despistada.
Costa arriba en la montaña ha crecido la jedrea, el tomillo; la luz de
la tarde es del color del cobre, como las añoranzas, huele a manzanas
tempranas, a membrillos, a olivar rotas, almendras amargas, al vino joven, en
las eras a paja recién trillada y en las almazaras a rancio.
El sol de las siete es malva y el de las nueve anochece sin ganas, se
fueron muchas promesas… con promesas de volver, detrás de ellas la última luna
de agosto.
Hoy me he dado cuenta que era septiembre y el otoño lo tenía cara a
cara.
LA NIÑA DE LOS OJOS DEL COLOR DEL ALBA Y EL EXTRAÑO MUNDO.
El ocaso invita a la tarde en su cita con la noche, mientras las
primerizas sombras iban apoderándose de los últimos claros de grises y malvas.
Mientras el día se va despidiendo, lanzando al viendo pases por
revoleras al enviste del tiempo.
Al otro lado, el mundo montado en su caballo gira que te gira; mientras
encima de él continúa el tira y afloja.
Entretanto por la vereda del camino una niña llora de pena porque no
está en el cielo su estrella; ni siquiera la luna que le acompaña, y el cielo
está apagado.
Por sus ojos se deslizan lágrimas como las gotas de la lluvia de abril,
que corren por su rostro de seda hasta el fin.
Busca la niña respuestas en el clamor del silencio nocturno, sin que
nadie le responda, pues nadie es la gente que vive en el mundo que gira y gira,
y están todos en su tira y afloja.
La niña que llora de pena en la vereda del camino, no sabe que su
estrella y la luna que le acompaña no están en el cielo ahora apagado, igual de
apagada que está el alma de los que no le contestan, pues están inmersos en su
mundo que gira que te gira, y su tira y afloja, no se dan cuenta que el cielo
está sin estrellas, sin luna, que a la tarde se la llevó el ocaso y sus
sentimientos apagados… solos en el mundo que gira que te gira y ellos con tira
y afloja.
QUEBRADA ES LA NOCHE
Quebrada es la noche que, sin dilación, entre tú y yo pasa, con su
estrellado silencio, pillándonos a volapié, entre la nostalgia, y yo que sé
cuántos recuerdos.
Saber que me quieres me afianza a la esperanza, y la esperanza a unos
sueños, que son como la llama a merced del viento, pero quiero soñar y cruzar
lo imposible, besarte cuando tú me lo pidas, y que tú me beses cuando mis ojos
estén perdidos en los tuyos.
No quiero creer que aunque la noche sea quebrada, y silencio guarde, no
sea a mí la que quiebre, si tu silencio es tu promesa.
Saber que me quieres me afianza, y firme me mantiene, mi amor todo lo
tienes, mi vida es tuya, mi corazón cada instante te lo entrego, abierto el
cofre de mis sentimientos, por ti, mi tiempo detengo, para activarlo cuando a
mi lado tú estés.
Quebrada es la noche que, sin dilación, entre tú y yo pasa, con su
estrellado silencio, pillándonos a volapié, y yo qué sé cuántos recuerdos,
saber que me quieres me afianza… y punto.
Cita la tarde al ocaso en la arena
del tiempo,
templando la faena un corazón solitario,
el primer lance, una mirada que en formas
de revolera dibujada en el viento
busca unos ojos bellos,
una chicuelina fugaz roza los labios,
y un beso de clavel besando la boca, la tuya,
que es la que quiero.
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