CENTENARIOS: Gloria Fuertes, mendiga de todo, menos de amor, por Ancrugon.


Estar en los brazos de quien amas
es lo más parecido a estar en mi nombre.
¡Gloria bendita es!

Gloria cumple cien años y todavía es una niña. Sus versos se escuchan al pasar cerca de la escuela recitados por voces infantiles, y eso le haría feliz porque ella buscaba la sencillez y la alegría, pero también supo juntar palabras para ahuyentar las sombras de corazones maduros… y es que su poesía suena a blues.


El amor es un sitio para estar,
alrededor
se borran los caminos.

Aunque no nos muriéramos al morirnos,
le va bien a ese trance la palabra: Muerte.
Muerte es que no nos miren los que amamos,
muerte es quedarse solo, mudo y quieto
y no poder gritar que sigues vivo.

Los cabellos de tu sexo,
los caballos de tu sexo galopando,
galopando por las ensortijadas crines del bosque.
Mis versos se perdieron en tu pelo,
entre tus dedos olvidé mi sortija,
entre tu espalda mí sonrisa
y mi ayer se extravió
en el laberinto de tu mañana.
Como un tigre-pájaro,
mañana de mañana saltaré del lecho, y marcaré
tu número
para decirte gracias, ven pronto y todo eso.


Gloría era impulsiva y breve, como las estrellas fugaces, por eso escribía versos allá donde le surgían, en la servilleta del bar, en las hojas de los calendarios o en la receta del médico… y luego los trasladaba a esos cuadernos de antes, con hojas y renglones, con un papel basto que, con el tiempo, se volvía amarillo y sabían a viejo, y los puntuaba del uno al cuatro, aunque muchos se quedaron ahí, mudos y sin publicar.


Mendiga bien puede ser
mi segunda vocación.
Mendiga de todo,
menos de amor.

Cuando me quedo sola,
ya no me quedo sola.
En mis dedos anidan tus sortijas,
En mis brazos,
que aún tienen la forma de tu cuerpo,
danza un perfume que no existe en las flores.
Tus palabras se han sentado a mi lado.
Con tu sortija, tu cuerpo, tu perfume
y. sobre todo, con tus palabras
has desterrado provisionalmente,
mi fanática soledad.

En las noches claras,
resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres.


Gloria fue un jilguero en el hambre de la postguerra y eso, a algunos, les cuesta de perdonar porque a ellos nadie les enseñó que,con el calor, no hace falta echar más leña al fuego, sino chorritos de agua con pistolas de juguete que te refresquen las ideas.



Amar,
es llevar a quien amas
adonde quiere ir.
Enamorarse es darse
y darse con un canto en el alma,
con un canto de ángeles que cantan Aleluya.
Enamorarse es darse,
no ser mía,
ser tuya.

La gente dice:
«Pobres tiene que haber siempre»
y se quedan tan anchos
tan estrechos de miras,
tan vacíos de espíritu,
tan llenos de comodidad.
Yo aseguro
con emoción
que en un próximo futuro
sólo habrá pobres de vocación.


Algo sucede
Algo me pasa que en mi pecho existe.
Vuelan hormigas y discurren peces.
Suena la sangre y el tambor convoca.
Hay un incendio cerca de mi pulso.
De nuevo el tigre lanza su mensaje.
Tiene mi cama sed de otra figura.
Vuelven las venas a cantar presagios.
Torna el insomnio con sus mil disfraces.
Lavo mis manos para hacerlas suyas,
peino el cabello, río a las vecinas.
Y cuanto miro se convierte en agua.

¡Esto es amor y lo demás miseria!


Gloría quiso volar con alas de niño en un programa de globos que llenaba de diversión la hora de la merienda. Y es que ella era así: si regalaba caramelos de risas a los pequeños, tenía que obsequiar también algún dulce suspiro para los mayores, y por eso llegaron casi juntos sus dos primeros libros: “Canciones para niños” e “Isla ignorada”.


Las cosas, nuestras cosas,
les gustan que las quieran;
a mi mesa le gusta que yo apoye los codos,
a la silla le gusta que me siente en la silla,
a la puerta le gusta que la abra y la cierre
como al vino le gusta que lo compre y lo beba,
mi lápiz se deshace si lo cojo y escribo,
mi armario se estremece si lo abro y me asomo,
las sábanas son sábanas cuando me echo sobre ellas
y la cama se queja cuando yo me levanto.
¿Qué será de las cosas cuando el hombre se acabe?
Como perros las cosas no existen sin el amo.

Ya ves qué tontería,
me gusta escribir tu nombre,
llenar papeles con tu nombre,
llenar el aire con tu nombre;
decir a los niños tu nombre,
escribir a mi padre muerto
y contarle que te llamas así.
Me creo que siempre que lo digo me oyes.
Me creo que da buena suerte:
voy por las calles tan contenta
y no llevo encima nada más que tu nombre.

Todo el pasado se quiere apoderar de mí
y yo me quiero apoderar del futuro,
me dislocan la cabeza para que mire atrás
y yo quiero mirar adelante.

No me asustan la soledad y el silencio,
son los lugares preferidos de Dios
para manifestarse.

Mi eterna gratitud a los que me quieren,
siempre les recordaré a la hora del sol.

No puedo detenerme,
perdonad, tengo prisa,
soy un río de fuerza, si me detengo
moriré ahogada en mi propio remanso.

Gloria se hizo mayor en un país de hombres serios con bigote y leyes injustas, sobre todo, para las mujeres y los poetas, pero como nunca se resignaba, se juntó con dos amigas, María Dolores y Adelaida, y les dio por crear “Versos con Faldas”, donde hablaron mucho y dieron mucho de qué hablar, así que, para echarlas, les pusieron un futbolín.


El amor te convierte en rosal
y en el pecho te nace
esa espina robusta como un clavo
donde el demonio cuelga su uniforme,
al tocar lo que amas te que quemas en los dedos,
y sigues, sigues, sigues hasta abrasarte todo;
después, ya en pie de nuevo,
tu cuerpo es otra cosa,
es la estatua de un héroe muerto en algo,
al que no se le ven las cicatrices.

AUTOEUTANASIA SENTIMENTAL
Me quité de en medio
por no estorbar,
por no gritar
más versos quejumbrosos.
Me pasé muchos días sin escribir,
sin veros,
sin comer más que llanto.

La gente va y se acuesta tan tranquila
−que después del trabajo da buen sueño−.
Trabajo como esclavo llego a casa,
me siento ante la mesa sin cocina,
me pongo a meditar lo que sucede.
La duda me acribilla todo espanta;
comienzo a ser comida por las sombras
las horas se me pasan sin bostezo
el dormir se me asusta se me huye
−escribiendo me da la madrugada−.
Y luego los amigos me organizan recitales,
a los que acudo y leo como tonta,
y la gente no sabe de esto nada.
Que me dejo la linfa en lo que escribo,
me caigo de la rama de la rima
asalto las trincheras de la angustia
que nombran su héroe los fantasmas,
me cuesta respirar cuando termino.
Sale caro, señores, ser poeta.

Gloria no temía a la censura porque tenía dos cosas muy importantes: un apellido que le daba fuerza, aunque sus padres eran un poco menos pobres que las ratas, y mucho sentido del humor, y en todo ese tiempo de tijeras y torvas miradas, solo le prohibieron un poema, un villancico que decía al final: “porque Dios está en pelotas”, y encima era verdad.


Hay amores que se te van de las manos.
A mí no se me fue,
lo despegué yo, de mis dedos.
Me lo arranqué de mi piel;
quedé algo deteriorada,
despellejada -sin cotilleo-.
No sé qué es más lamentable, que se te vayan…
o que los tengas que echar tú.

Una carta de amor
resucita a cualquiera.
Una carta de amor
al empezar el día,
entona,
te acoraza,
te desvela, te eleva,
te anima el ánima,
te crea,
te destruye los virus
de tristeza.
Te abrillanta los senos,
te enerva.
Una carta de amor
es vida,
es muerte,
- muerte muerta
sin ella-.

Soy como esa isla que ignorada,
late acunada por árboles jugosos,
en el centro de un mar
que no me entiende,
rodeada de nada,
-sola sólo-.
Hay aves en mi isla relucientes,
y pintadas por ángeles pintores,
hay fieras que me miran dulcemente,
y venenosas flores.
Hay arroyos poetas
y voces interiores
de volcanes dormidos.
Quizá haya algún tesoro
muy dentro de mi entraña.
¡Quién sabe si yo tengo
diamante en mi montaña,
o tan sólo un pequeño
pedazo de carbón!
Los árboles del bosque de mi isla,
sois vosotros mis versos.
¡Qué bien sonáis a veces
si el gran músico viento
os toca cuando viene el mar que me rodea!
A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo;
-manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo-.
Un nombre que me sube por el alma
y no quiere que llore mis secretos;
y soy tierra feliz -que tengo el arte
de ser dichosa y pobre al mismo tiempo-.
Para mí es un placer ser ignorada,
isla ignorada del océano eterno.
En el centro del mundo sin un libro
sé todo, porque vino un mensajero
y me dejó una cruz para la vida
-para la muerte me dejó un misterio.

Gloria tuvo muchas aventuras con hombres, aunque al final se enamoró de una mujer, que además era americana y le enseñaba inglés, pero ella tenía un corazón tan grande, tan grande, que en él cabía toda la gente, así de ingenua era Gloria, y en su casa la puerta nunca estaba cerrada.


También se puede encontrar la libertad
en solitario,
en-cerrado,
en-tre cuatro papeles,
es decir ¡libre!
Claro que es una libertad canija.
La libertad robusta
sólo la sentiréis encadenados, aprisionados,
casi ahogados
en los brazos de quien amas y te ama.

Marinero sin tierra
náufrago sin velamen
huérfano de puerto
nave sin timón.
Rodeado de agua y sediento
rodeado de pescado y hambriento
rodeado de olas y sin saludos
rodeado de dólares y desnudo.

Tengo una pena muy pena.
Que este presente pasado
no pueda pasar.
Me temo que tu amor se ha congelado.
No puedo posar las mías
si tu vienes de otras manos.


Gloria nació en Lavapiés, que no es ningún río, sino un barrio de Madrid, ciudad donde vivió siempre y desde donde partió para dejar este mundo, porque morir, lo que se dice morir, aún tardará mucho tiempo, por lo menos hasta que los niños dejen de aprender a leer poesía con sus rimas y sus versos.


Si esta noche…
Precisamente, esta noche no llamas…
Ya no me importa quién me va a suplantar.

Nunca terminaré de amarte.
y de lo que me alegro,
es de que esta labor tan empezada,
este trajín humano de quererte,
no le voy a acabar en esta vida;
nunca terminaré de amarte.
Guardo para el final las dos puntadas,
Te-quiero, he de coser cuando me muera,
e iré donde me lleven tan tranquila,
me sentaré a la sombra con tus manos, y seguiré
bordándote lo mismo.
El asombro de Dios seré. su orgullo,
de verme tan constante en mi trabajo.

El corazón de la Tierra
tiene hombres que le desgarran.
La Tierra es muy anciana.
Sufre ataques al corazón
-en sus entrañas-.
Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.

La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas.


Gloria fumaba mucho y le gustaba beber whisky, amaba la soledad y hablar con Dios, defendía el medio ambiente y los derechos de las mujeres, y solo había una cosa en el mundo que odiaba con toda su alma: las guerras…


Pienso mesa y digo silla,
compro pan y me lo dejo,
lo que aprendo se me olvida,
lo que pasa es que te quiero.
La trilla lo dice todo;
Yel mendigo en el alero,
el pez vuela por la sala,
el toro sopla en el ruedo.
Entre Santander y Asturias
pasa un río, pasa un ciervo,
pasa un rebaño de santas,
pasa un peso.
Entre mi sangre y el llanto
hay un puente muy pequeño,
y por él no pasa nada,
lo que pasa es que te quiero.

EN LOS BOSQUES DE PENNSYLVANIA
Cuando un árbol gigante se suicida,
harto de estar ya seco y no dar pájaros,
sin esperar al hombre que le tale,
sin esperar al viento,
lanza su última música sin hojas
-sinfónica explosión donde hubo nidos-,
crujen todos sus huecos de madera,
caen dos gotas de savia todavía
cuando estalla su tallo por el aire,
ruedan sus toneladas por el monte,
lloran los lobos y los ciervos tiemblan,
van a su encuentro las ardillas todas,
presintiendo que es algo de belleza que muere.

He descubierto que a pesar de todo, te amo,
pero “como a mí misma”, ¡ni hablar!


Gloria atrapaba las mariposas de la rima al vuelo de un pensamiento y así nos dejó escritos sobre treinta libros para niños, más de veinte para adultos, todos de poemas, sin embargo, también hizo varias obras de teatro y programas de televisión, pero, como de la otra ya hemos hablado en otras ocasiones, hoy solo leeremos poesía de grandes, de tres rombos para corazones oscuros…


Tesoro.
Corazón.
Vida.
Sol.
te podré decir muchas palabras,
pero nunca adiós.

Se suicidó
la estatua del dictador.
La estatua vivía en el centro del estanque.
Una noche de viento
la estatua se lanzó al agua.
La estatua del dictador
murió ahogada.
Sólo las gaviotas la echaron de menos.

Escribo sin modelo
a lo que salga,
escribo de memoria
de repente,
escribo sobre mi,
sobre la gente,
como un trágico juego
sin cartas solitario,
barajo los colores
los amores,
las urbanas personas
las violentas palabras
y en vez de echarme al odio
o a la calle,
escribo a lo que salga
.

 


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