CENTENARIOS: Valentín García Yebra, cuando la filología se hace arte, por Ancrugon.



En este nuestro país, donde parece que se nos resiste el aprendizaje de las lenguas foráneas, es un verdadero milagro y un gran honor haber contado con un personaje capaz de afirmar que “una traducción debe decir todo lo que dice el original, no decir nada que el original no diga, y decirlo todo con la corrección y la naturalidad que permita la lengua a la que se traduce”, en su primera edición de la Metafísica de Aritóteles.



Un 28 de abril de hace cien años nacía en Lombillo de los Barrios, una pedanía del municipio de Ponferrada, en la comarca leonesa del Bierzo, España, nacía un hombre a quien queremos homenajear por su trabajo bien hecho en favor del fortalecimiento de la lengua española, se trata del insigne traductor, catedrático, escritor y miembro de la Real Academia de la Lengua, Valentín García Yebra, fallecido en Madrid el 13 de diciembre de 2010.

El 27 de enero de 1985 ingresaba en la Real Academia Española de la Lengua, a propuesta de Dámaso Alonso, Rafael Lapesa y Alfonso García Valdecasas, donde ocupó la Silla n, y asegurando al comienzo de su discurso: “La traducción ha sido acaso el más importante procedimiento para la propagación de la cultura”, afirmación que no admite discusión pues, desde las profundidades de la historia, todos los conocimientos habidos nos han ido llegando gracias a que alguien volcaba los significados contenidos en los continentes de aquellas palabras misteriosas escritas en otros idiomas a los signos lingüísticos de nuestra lengua y esas personas eran los traductores.


García Yebra se doctoró en Filología Clásica por la Universidad de Madrid con la tesis titulada: Las traducciones latinas de la metafísica de Aristóteles, consiguiendo al poco tiempo la cátedra de Griego del Instituto de Enseñanza Media de Santander, alternando desde ese momento la enseñanza con las traducciones tanto de lenguas vivas (alemán, francés, italiano y portugués) como de clásicas (griego y latín), lenguas estas cuya inclusión en la enseñanza secundaria y universitaria siempre defendió. Entre 1955 y 1956 ocupó la cátedra de Griego en el Instituto Politécnico Español de Tánger, Marruecos, y posteriormente realizó esta misma función en el Instituto Calderón de la Barca hasta el año 1974, cuando tuvo la idea de crear en la Universidad Complutense el Instituto Universitario de Lenguas Modernas y Traductores, en el que impartió clases de Teoría de la Traducción.

Para García Yebra, los neologismos enriquecen las lenguas al añadir elementos nuevos que se van incorporando a su sustancia y favorecen su desarrollo y, sin ellos, cualquier lengua se debilitaría porque: “Las lenguas como los pueblos, necesitan renovar su sangre, no pueden practicar una rigurosa endogamia”. Por eso, la labor de los traductores es tan importante para las lenguas.

A lo largo de su vida recibió numerosos premios y galardones, sin embargo, podemos destacar el Premio Nacional de Traducción concedido por el Ministerio de Educación de Bélgica por su traducción de Literatura del siglo XX y cristianismo, de Charles Moeller; el Premio Ibáñez Martín, entregado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, por su edición trilingüe de la Metafísica, de Aritóteles; el Premio Nieto López, entregado por la RAE; o el Premio Nacional de Traducción al conjunto de su obra, así como nombrado Doctor Honoris Causa por las universidades de León y Atenas.

Participó en la fundación de la Editorial Gredos y formó parte del Consejo Asesor del Departamento de Español Urgente de la Agencia Efe y de la Casa del Traductor. Y, además de ser miembro de honor de la Asociación Profesional Española de Traductores e Intérpretes, fue miembro de las academias de la Lengua Española de Chile, Norteamérica y Puerto Rico.



Entre sus numerosas publicaciones sobre lingüística y traducción destacan Teoría y práctica de la traducción (1982), En torno a la traducción. Teoría. Crítica. Historia (1983), Claudicación en el uso de preposiciones (1988), Traducción: historia y teoría (1994), Diccionario de galicismos prosódicos y morfológicos (1999), El buen uso de las palabras (2003), Traducción y enriquecimiento de la lengua del traductor (2004), Manual de documentación para la traducción literaria (2005), Experiencias de un traductor (2006), Documentación, terminología y traducción (2010).

Para finalizar, hemos querido dejar unas palabras del también académico y leonés Luis Mateo Díez Rodríguez, quien dijo sobre la figura de Valentín García Yebra: "Uno, que ha compartido muchos viajes con Valentín, nunca olvidará su amor a las cosas, a las palabras, al mensaje de las gentes, a los libros y a la naturaleza: Valentín era un gran conocedor de la madre naturaleza, una persona entrañable, que nunca olvidó al niño que fue, y a todo lo que aprendió desde su tierna infancia. De los pájaros atesoraba muchos nombres, recordaba cómo se les llamaba en su pueblo y en otros muchos rincones de España. Nos deja un patrimonio importante. Mantendremos el testigo".

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