AÚN LA IMAGINO CON INTENSO ALBOROZO: Hasta en las rocas crecen flores, por Ancrugon

 



Cada minuto miraba el reloj: sólo había pasado un minuto… 

La mesa preparada y su mirada perdida entre la vajilla cercana e íntima ahogándose en la profundidad bermeja de la botella de vino. 

Pasó otro minuto y luego otro, y otro… y cuando la luna rozó la última silueta del horizonte, supo que seguiría solo una noche más. 


Es serio, sin orgullo, distante, aunque amable y cariñoso, interesado sin llegar a la codicia, sólo quiere aquello que necesita, juguetón y nada cruel, silencioso, discreto y limpio, ¡ah!, y nunca miente… Lo tengo claro, para el próximo gobierno yo elijo a mi gato.




Cuando te conocí sólo era un gusano y tú me has convertido en un capullo que sueña con ser mariposa.





¿El paraíso?... ser tu sudor, tu saliva, tu calor y tu frío, una nota de tu risa…

¿El paraíso?... una gota de lluvia recorriendo lentamente tu piel.

 

 


Nadie me dijo que esto era tan complicado…

Inocente de mí, pensé que bastaba con amar para encontrar el camino despejado…

 

 

 


No pido riqueza, ni salud, ni tan siquiera amor… todo lo tengo ya con una sonrisa y el brillo tranquilo de unos ojos.

¿Entonces…?

Solo pido tiempo para seguir amando…



Si no encuentro caminos que seguir, las hadas de mi imaginación se lanzan a volar.

Mi vida comenzó cuando supe que tenía alas.

 

 


Simplemente pensando en ti, agoté la paleta de colores.

 

 

 

  


Si quieres acercarte a la sabiduría, búscala entre los ancianos,

pero si lo que deseas es la pureza, hazlo entre los niños.

 

 

 


Hasta en las rocas crecen flores.

Un poco de tierra, una pizca de agua, la caricia del viento y el amor de la luz…

No es necesario mucho más.

 

 


El sol me hace un guiño detrás de la alambrada…

Siempre que amanezca hay esperanza.

 

 

 


“¿A dónde se fue el lobo?” Se pregunta Caperucita echando de menos a su antiguo compañero…

¿Qué será ahora de los cuentos?...

 

 


El cielo repite la luna de la charca y en mi pecho palpitan los latidos de tu corazón.

 

 

 

 


Tú eres viento y yo mar;

en tu ausencia todo está en calma,

espejo, recuerdo, nada…

pero cuando te acercas, las olas

 arrasan muros y anegan playas…

y el cielo desaparece

en el crisol de tu mirada.

 


Inventaré un mundo de fantasía que dibuje los trazos de tu ilusión.

Tan sólo pido ser la mariposa que llene de colores tu razón.

 

 


Tu mirada se refleja en todo lo que miro.

 

 

 

  


Y en el cielo se dibujaron cosas increíbles…

No sé si estaba soñando, lo seguro es que pensaba en ti.

 

 

  


Quiero reencarnarme en un blanco corcel,

ser domado por tus manos,

obedecer sólo a tu voz…

 que tu cuerpo roce mi cuerpo,

 tu calor mi calor.


Hoy necesito que mi hada despliegue su magia para mí…

Hoy necesito un cuento antes de dormir.

 

 



La luna asomó su blanco rostro entre un guiño de las nubes y me robó un pensamiento…

desde entonces, sólo digo tu nombre.

 

 


Y al final nos damos cuenta de que los dragones terroríficos no lo eran tanto…

No hay mejor maestro que el dolor.

 

 



Incluso una lágrima, atravesada por un rayo de luz, es capaz de pintar un arcoíris.





Si hay una puerta, hay un mundo;

si un camino, un lugar;

si sombra, luz;

si una mano, tú.

 


Me engañaste.

Juraste que tu sombra jamás se alejaría.

Prometiste que tu olor formaría parte de mi cuerpo.

Aseguraste que tu piel sería mi único abrigo

y que tu aliento competiría con el viento a peinar mi cabellera de sueños,

Me mentiste… sí,

y ahora andas detrás del olvido.



Distancia.

El universo se expande…

y tú te alejas.

No soy el centro de nada,

 lo sé, tan sólo un punto,

pero todas mis líneas convergen en ti

y mis brazos no te alcanzan.

El tiempo,

enemigo, aleja el horizonte

y hasta pensarte me cuesta…

 Cuando te olvide, te inventaré.

Sin tu existencia todo es espacio,

todo distancia.



Murallas inexpugnables y yo, con mi natural torpeza, convoco la magia de los recuerdos, y nada, ni una puerta, ni una roca, ni una grieta.

Qué mudable es todo… lo que ayer sol, hoy tormenta…

De frágil cristal mis armas se quiebran y una nube de cansancio empapa el horizonte y los párpados pesan… pesan… pesan…

Si pudiera oír tu voz…

Si la tarde no fuera tan lenta…

 


Lo mejor de mi otoño, tu primavera.

Lo mejor de mi frío, tu calor.

Lo mejor de mi silencio, tu risa.

Lo mejor de mi cansancio, tu ilusión.

Y a mi prudencia opones tu osadía,

y a mis recelos, tu compasión,

despejando tu bondad mi amargura

 y anulando tus caprichos mi razón.

 


La luna vino a saludarme esta noche a mi casa.

Yo estaba dormido y me dejó sobre los labios un beso de plata...

Lo sé porque aún permanecen fríos y en calma.

 



La senda de los gigantes tiene los azulejos rotos y los zócalos desgastados de tantos pasos perdidos, tantas espaldas cansadas y tantos ojos barriendo suelos.

Sus héroes no tienen alas, ni poderes mágicos, ni realizan milagros económicos… pero se levantan cada mañana y hacen girar el mundo, ese que se alimenta de su sudor, sus manos, su sangre…

La senda de los gigantes no atesora recuerdos, ni conserva huellas, ni guarda nombres, simplemente se desgasta de tantos tragos amargos, de tantos pasos anónimos.



En los jardines verticales de mi calle

de mi calle

florecen margaritas deshojadas

y rondan con su aroma

de la noche los galanes

a mejillas como rosas

y ojos tras los cristales,

con velo de visillos

y el ruego de que el tiempo

no se acabe.

Las ventanas siempre abiertas

para que nada escape,

y gorriones y niños

que se adueñan de la tarde,

mientras algunos corazones

laten,

laten

y laten,

más por lo que ha de llegar,

que por bombear sangre.

En los jardines verticales

de mi calle,

cuando la luna sale,

los claveles echan suspiros,

los geranios susurran secretos

y, en la sombra del jazmín,

se besan dos amantes.


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